
Reciclaje: el uso inteligente de las materias primas
El reciclaje es el proceso cuyo objetivo es convertir desechos en nuevos productos o en materia para su posterior utilización, y gracias a él conseguimos prevenir el desuso de materiales potencialmente útiles, reducir el consumo de nueva materia prima, además de reducir el uso de energía, la contaminación del aire a través de la incineración, y la contaminación del agua, a través de la filtración en los vertederos.
El reciclaje es bueno para el medio ambiente y el principio de una economía circular, que implica reducir los desperdicios a un mínimo, así como reutilizar, reparar, restaurar y reciclar materiales y productos existentes.
La población mundial está creciendo y con ella la demanda de materias primas. Sin embargo, el suministro de materias primas es limitado. Además, la extracción y el uso de materias primas tienen un gran impacto en el medio ambiente. También aumenta el consumo de energía y las emisiones de CO2. Un uso más inteligente de las materias primas puede reducir las emisiones de CO2, logrando que el ciclo de vida se los productos sea mayor, a través del reciclaje, la reutilización, la reparación…
A pesar que desde hace años reciclar se está convirtiendo en una rutina en el día a día de nuestros hogares, lo cierto es que las cifras muestran que aún queda mucho por avanzar en este ámbito. Un informe publicado por la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) coloca a España muy por debajo de la media europea en reciclaje: en nuestro país se recicla el 29,7% de los residuos que generamos, frente al 45,2% de la media de los países de la Unión Europea. Por lo tanto, estamos aún lejos de la media de nuestros países vecinos, y a años luz de Alemania, país cuya tasa de reciclaje es la más alta, con un 66,1%.
Reciclaje de materia orgánica: de residuos a recursos
En Madrid, por ejemplo, se generaron en 2016 de media 398 kilos de residuos por persona, lo que supone 1,1 kilos por habitante al día. Y de ellos sólo un 30% se recicló.
El 71% del total de residuos que generan los madrileños, termina directamente en el cubo de basura de restos, es decir, el gris de tapa naranja, y posteriormente en los vertederos, pese a que buena parte de ellos –el 47%- está constituido por materia orgánica.
Para potenciar el reciclaje en la ciudad, desde noviembre del año pasado, 17 zonas de varios distritos de la capital han comenzado el proyecto de separación y recogida de materia orgánica, y se espera que la implantación en el resto de la ciudad se haga de forma progresiva a partir de noviembre de este año. Se trata de un nuevo contenedor (gris con tapa marrón) para residuos puramente biodegradables que funciona desde hace tiempo en ciudades como Bilbao o Barcelona.
Los restos que se deben desechar en este nuevo contenedor marrón son: restos de comida como frutas, verduras, carne y pescado; cáscaras de huevo, marisco y frutos secos; restos de infusiones y posos de café; papel de cocina y servilletas, así como papel y cartón manchados de aceite; tapones de corcho, cerillas y serrín; y restos de jardinería como plantas, hojarasca y ramos de flores…
Y los restos que no se deben depositar en este nuevo contenedor, sino que debe hacerse en el gris de tapa naranja serían: plásticos que no sean envases, residuos de barrer, colillas, pañales, toallitas y productos de higiene personal o excrementos de animales domésticos y arena de gato o similar, cerámica y porcelana y cristal o espejos.
Los residuos orgánicos, al descomponerse forman líquidos que pueden contaminar el subsuelo y los acuíferos, a la par que desprenden malos olores y emiten metano, un gas de efecto invernadero con gran impacto en el cambio climático. Por lo que a través de su reciclaje se evitan estos problemas y también se pueden trasformar en recursos, ya que se puede obtener de ellos energía (biogas), así como, fertilizante natural para árboles y plantas con el compostaje.
En la Unión Europea, el porcentaje de compostaje de residuos orgánicos ha aumentado en veinte años un 184%, pasando de 14 millones de toneladas en 1995, a 40 millones de toneladas en 2016. Y todo indica a que este porcentaje se verá ampliado en los próximos años.
Además de las ventajas directas del reciclaje de la materia orgánica, también se espera mejorar la eficiencia en la recogida selectiva del resto de residuos, y conseguir así mayor eficiencia en su posterior tratamiento y en las cifras totales de reciclaje.
Nueva legislación sobre reciclaje en la Unión Europea
La Unión Europea produce más de 2,5 billones de toneladas de desechos cada año y actualmente está actualizando su legislación sobre gestión de residuos para promover un cambio hacia un modelo más sostenible denominado economía circular. Para ello el Parlamento Europeo ha aprobado hace unas semanas los nuevos objetivos para los próximos años en materia de reciclaje. En 2025 todos los miembros de la UE deberán reciclar al menos el 55% de los residuos municipales y en 2035, el porcentaje debe llegar al 65%.
El reciclaje se debe pues convertir en una prioridad para avanzar hacia una economía sostenible, que principalmente consiga reducir la presión sobre el medio ambiente, disminuya el suministro de nuevas materias primas, a la vez que logre aumentar la competitividad, la innovación y el crecimiento. Y para lograrlo, es imprescindible el compromiso de todos y cada uno de nosotros. Reciclar correctamente es un esfuerzo mínimo, pero aporta tanto al medio ambiente, que no podemos permitirnos el lujo de no esforzarnos en hacerlo correctamente.
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